Por: Fernanda Salazar
Cuando hablamos de la vida silvestre, lo primero que llega al imaginario humano son los animales silvestres más emblemáticos que conocemos, un oso, un cóndor, un león, una jirafa, un rinoceronte, un elefante o un jaguar. La vida silvestre son todos los organismos que habitan el planeta Tierra desde sus primeros períodos y que han atravesado varios procesos de evolución, convirtiéndose en un elemento clave del equilibrio ecológico de las bioregiones, así como también en símbolo sagrado de las culturas indígenas y campesinas de todo el mundo.
De una u otra forma, la vida silvestre se encuentra presente en nuestra memoria e historia. Por ello, su conservación debe ser un tema importante para todas las naciones y personas en el mundo.
Este 3 de marzo de 2022, el Día Mundial de la Vida Silvestre se celebra bajo el lema: “Recuperación de especies clave para la restauración de ecosistemas”. La intención de esta fecha es invitarnos a reflexionar sobre el estado de conservación de algunas especies de fauna y flora silvestres en mayor peligro de extinción, de las cuales depende no solo el buen funcionamiento de los ecosistemas sino además la vida humana. Pero, ¿cómo interpretar esta premisa?
Según datos de la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), más de 8400 especies de fauna y flora silvestres están en peligro crítico, mientras que cerca de 30 000 más se consideran en peligro o vulnerables. Con base en estas estimaciones, se sugiere que más de un millón de especies están en peligro de extinción en el mundo. ¿Qué podemos hacer frente a este escenario?
La vida silvestre abarca al reino animal, plantas, fungi y seres microscópicos, cada uno de ellos con un rol específico que cumplir dentro de los ecosistemas. Los cambios abruptos en estos ecosistemas, ocasionados mayormente por actividades humanas, como la sobreexplotación de recursos, la cacería ilegal no sostenible, la fragmentación de los hábitats, el tráfico de vida silvestre, el crecimiento de la frontera agrícola y el cambio del uso del suelo, generan un desequilibrio en el orden natural mundial y ponen en peligro a mediano y largo plazo la supervivencia de la vida animal y humana.
Al modificar nuestros paisajes naturales sin una planificación de sostenibilidad, los animales, las plantas y toda la vida silvestre del planeta se ve afectada en el número de sus poblaciones, llegando a presentar estados críticos de amenaza.
¿Pero cuáles son las especies claves que necesitamos recuperar en favor de los ecosistemas? Varios ejemplos de especies claves son los grandes mamíferos, aves y peces que, al habitar los ecosistemas más vulnerables como los trópicos y los océanos, y al ser depredadores finales en estos ecosistemas, mantienen el equilibrio del planeta.
Por ejemplo, los páramos albergan a los cóndores, una especie clave que al alimentarse de animales en descomposición o carroña cumple el rol de limpiador biológico evitando la proliferación de focos de contaminación en estos ecosistemas; garantizando así la protección de las fuentes de agua que todos los seres humanos consumimos.
El ecosistema oceánico permanece en equilibrio gracias a más de 60 especies diferentes de tiburones que habitan en aguas ecuatorianas, y que al cumplir un rol de depredadores, controlan las poblaciones de peces, tortugas y otros animales marinos.
Los famosos corales y arrecifes de coral además de sostener el 25% de la vida marina, que incluye a más de 4000 especies de peces, cumplen el rol de proteger las costas contra las tormentas y huracanes; evitan la erosión de la costa y producen el 70% del oxígeno de todo el mundo.
En las grandes selvas tropicales y bosques de montaña, los carnívoros como el jaguar, el puma o el oso son excelentes controladores de poblaciones de mamíferos más pequeños, aves y reptiles procurando el equilibrio ambiental. Ejemplos claros de que la vida silvestre permanece en el planeta por razones indispensables.
Por ello, la humanidad ha buscado y está a tiempo de generar acciones para recuperar y proteger las poblaciones de estas especies claves mediante de la investigación y el desarrollo de estrategias de conservación, así como también a través de la aplicación de distintas formas sostenibles de uso de los recursos naturales y de acciones para mitigar el cambio climático a escala local y global.
Todas estas acciones benefician directa e indirectamente a la humanidad alineándose en gran medida con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que persiguen la lucha contra la pobreza al generar alternativas sostenibles de recursos naturales en zonas de alta biodiversidad, así como también acciones por el clima al desarrollar iniciativas de recuperación de áreas verdes en zonas urbanas y la protección de los bosques a escala de paisaje.
Si nos comprometemos y cumplimos con estas acciones, poco a poco las especies claves aumentaran sus poblaciones permitiendo la restauración de sus ecosistemas. Un compromiso que nos involucra a todos y que no debemos olvidar, es el combate al tráfico de la vida silvestre, una amenaza continua que pone en riesgo no solo a la biodiversidad y los ecosistemas sino también a la salud pública. Por eso, el trabajo colaborativo entre instituciones de todo nivel junto a la sociedad civil en todo el mundo, es otra de las acciones urgentes para proteger a la vida silvestre y todo lo que nos ofrece.
El cómo interpretamos, entonces, la premisa de recuperar especies cuyo rol es clave para la restauración y el buen funcionamiento de los ecosistemas, nos sugiere que la conservación de la vida silvestre trae consigo la conservación de nuestro espacio de vida, el aire, los alimentos, el agua y el medio ambiente que está ligado a nuestra supervivencia. Por esto, cuando hablemos de la vida silvestre, no solamente llegue a nuestro imaginario los animales, sino también, la humanidad, como parte integral del planeta y así ratificar que es crucial para procesos de conservación de los recursos naturales a lo largo del tiempo.
#JuntosPorLaVidaSilvestre 💚💙